Si has decidido montar una nueva empresa, sabrás que hace falta invertir mucho capital para ponerla en funcionamiento. En el comienzo de un negocio, es necesario pagar para crear una sociedad, comprar todos los materiales necesarios, gestionar toda la logística, alquilar un espacio donde comenzar la producción...
Frente a todos estos pagos, muchas personas deciden solicitar préstamos para empresas nuevas, creyendo que hacerlo les solucionará todos sus problemas. Sin embargo, no solo no es sencillo conseguir créditos para autónomos y nuevos negocios, sino que hacerlo puede traer también una gran cantidad de consecuencias negativas.
Por norma general, los bancos y otras entidades financieras obligan a los fundadores de nuevas empresas a cumplir requisitos bastante complicados para obtener un crédito. Así, generalmente es necesario contar con un capital previo, uno o varios avales, y bienes que se puedan ofrecer en compensación en caso de no poder afrontar un pago.
Además, muchas veces los intereses y las tarifas a desembolsar mes a mes son extremadamente altos. Esto añade mucha presión a quienes necesitan capital privado urgente, ya que al comenzar una nueva empresa es prácticamente imposible saber si se van a obtener beneficios a corto plazo.
Por todos estos motivos, los préstamos para empresas pequeñas no suelen ser muy rentables para las personas que están comenzando su andadura en el mundo de los negocios. Pero, ¿significa esto que no hay nada que hacer? Por suerte, existen alternativas mucho más interesantes para los dueños de una PYME.